Paul |
Paul se quedó mirando a Dothy fijamente ella por su parte prefirió rehuir
su mirada fue muy de sorpresa aunque también le provocó un poco de disgusto
siendo el mismo quien quiso dar por finalizada la relación dos anos atrás para
comenzar a salir con Jane Asher sin importarle que ella acabase de abortar un
bebé de los dos.
Eso fue lo que le dio el valor necesario para recordar que al menos uno de
los dos cumplió la promesa de no volverse a ver.
-Vete.-Acotó con firmeza, pero sin seguir mirándole a los ojos.
Lo único que ansiaba en ese momento era que se fuera de una vez y para
siempre pues aunque dentro de ella todavía existiese algo que clamaba mas por
Paul que por Frederick, comprendía que ya el mundo de Paul y el de ella eran
demasiados distintos, Paul ahora era una afamada estrella de rock en tanto ella
no era más que una simple florista residente en Liverpool.
Paul prefería hacer oídos sordos a los deseos de Dhoty aunque a decir
verdad ¿Qué podía esperar? ¿A caso en serio pensó que Dhoroty lo recibiese con
los brazos abiertos y le dijera que todo estaba enterrado y olvidado? Era
demasiado pedir que aun no lo surtiese a bofetadas siendo que cuando más lo
necesitó y el con la mano en la cintura la mandó a freír espárragos cuando Jane
se le cruzó en el camino.
Ahora no le quedaba de otra más que hacer como que no dijo nada; si
solamente el tal Frederick no se hubiese metido en la vida de Dhoroty pudiera
que todavía tuviese un segundo chance solo que en esta ocasión ya había planes
de boda con un guapo moreno alemán.
-Sé que esto es demasiado pronto pero…
Dhoroty |
Dhoroty se desesperó ¿Para que dejara que siguiese hablando? Ya vivía
tranquila sin su compañía que al fin comprendió a base de varias terapias
psicológicas no era buena para ella.
-¡Vete!-Dhoroty le dio un golpe en el pecho, Paul no tuvo de otra más que
apartarse de ella.-¡Vete! ¡Vete! ¡Vete! ¡Largo de mi vida!
Si, aquello era justo lo que veía venir, la verdad es que no se arrepentía
de haber ido hasta su casa al menos le iba a dar la oportunidad de sacar los
reclamos ahogados, y hasta de darle un par de merecidas bofetadas.
A raíz de ese golpe vinieron como avalanchas otros más en los que Dhoroty
le daba con demasiada fuerza como si pretendiera partirle el pecho a base de
golpes, ¿Cómo podía osar pensar que ella volvería a darle cabida en su vida?
¿Hasta ese punto podría llegar su maldito cinismo?
Bueno ahora era alguien públicamente conocido, quizás Jane Asher lo hubiese
mandado al demonio temporalmente y ¿Por qué no? Pasar un tiempo con la tonta y
manipulable Dhoroty Rhone no era una desagradable idea si una vez pudo con ella
¿Por qué sería imposible una segunda? Quizás ese y otros macabros pensamientos
estuviesen pasando por la perturbada mente de Paul McCartney el ahora famoso
beatle sin embargo ella ya no estaría ahí para permitirle burlarse de ella y
sus sentimientos una vez más.
-¿A que has venido?-Cuestionó sin estar todavía tranquila, solo que por el
momento tenía los ojos desbordados en lagrimas.-¿Qué quieres de mí esta vez?
¿No te bastó en cambiar mi personalidad por completo? ¿No fue suficiente
hacerme dependiente de ti? ¿No te bastó tratarme como si fuera una basura
durante el tiempo que estuve contigo?
No era para tanto una cosa es que sí Paul mismo lo admitía fue un cabrón de
primer categoría con ella, pero también había veces en que las mujeres
exageraban con sus reclamos aunque en ese caso, la verdad es que debía
admitirlo Dhoty tenía razón; solo que era todavía demasiado machista como para
tomarlo en cuenta.
-Todavía creo que hay un segundo chance entre tú y yo. -Dhoroty que estaba
de espaldas volteó a verlo con una mirada llena de incredulidad combinada con
enojo.-Sí entiendo que fui un imbécil no sé cómo pero todavía te sigo.-Paul
antes de decir lo ultimo tragó saliva aferrándose a la perrilla de la
puerta.-amando.
Por un solo instante Dhoroty no reclamo ni gritó, no hizo nada casi podía
jurar que la actuación de Paul estaba siendo cada vez más perfecta, no cabía
duda que el filmar A Hard Day’s Night le enseñó a ser todavía un mejor actor de
lo que había sido mucho tiempo antes de ser famoso, pero por otro lado notaba
una cierta pizca de sinceridad en sus palabras, y no solo ellas sino porque en
la expresión que mantenían sus ojos había algo de culpa incluido con
arrepentimiento.
Pero no, no podía darse el lujo de caer otra vez ¿Qué tal si solo eran
figuraciones del propio Paul? O si tal vez solo fuese una prueba que el destino
estaba poniéndole para ver si sería capaz de serle fiel a Frederick sin tener
que volver a pasar por los brazos de Paul McCartney.
-Por última vez Paul.- Dhoroty perdió nuevamente su vista lejos del alcance
de los ojos de McCartney quien buscaba su cara con demasiada animosidad.-Te
pido que me vayas, tu solo quisiste salir de mi vida, ahora no puedo volverte a
meter dentro de ella porque como ya has de saber, hay alguien más.
Paul apretó los puños, pensar que para ese momento de no haber sido tan
idiota pudiese haber tenido un hijo con ella, y no estarle rogando por una
segunda oportunidad.
-Si.-Paul se acercó a ella por detrás abrazándole de la cintura, sintió
como Dhoroty se estremecía entre sus brazos al tiempo que buscaba la manera de
zafarse de ellos.- Ya sé que hay alguien más, mas no por ello significa que me
vaya a dar por vencido, por el momento entiendo que no me creas, piensas que
quiero burlarme de ti otra vez, pero esta vez es real.-McCartney se encogió de
hombros, en tanto Dhoroty caminaba por toda la pequeña sala de la casa.-Como te
dije te sigo queriendo; tengo un mes de vacaciones en lo que se termina de
concretar una gira por México, lo que también sé es que no me pienso ir de
Liverpool con el rabo entre las piernas y las manos vacías que te quede claro a
ti también.
Se marchó definitivamente de la casa, tal y como ella quería dejándola más
sorprendida que de costumbre ¿Cómo le iba a hacer ahora para quitárselo de
encima?
®®®®
La primer aparición de Paul nuevamente en la vida de su ex estuvo dentro de
lo que el beatle ojiverde consideró normal; una vez que hubo calmado su
respiración echó a andar el auto aparcándolo a dos cuadras de la casa de Dhoty,
ahí se encontraba un telefono público en ese momento lo que más necesitaba era
una persona con quien hablar y esa era John. No dudó para bajar del coche,
meterse dentro de la cabina telefonocia comenzando a marcar el numero de
extención de la compañía discográfica de Paris.
-¿Diga?
Vaya, esa era la voz ronca de Harrison.
-¿George?-Paul se cuidaba a cada rato de que las chicas en Liverpool
todavía no le reconocieran.-Soy yo , Paul ¿De casualidad se encuentra John por
ahí?
En el estudio George vio como Ringo y John entraban ambos con su par de
bebés en brazos, y unas bolsas de comida, él en tanto se había quedado para
limpiar el lugar ya que estaba lleno de bolsas con frituras, papeles,
partituras, hojas, en fin todo un desastre.
Apenas logró John llegar hasta donde una pequeña mesita que George
acondicionó para poder comer como era decentemente, le hizo señas para que
asistiera el telefono, a juzgar por la voz Paul tenía algunos problemillas, y
si bien adivinaba tendrían que ver con aquellla criatura tímida llamada Dhoty
Rhone. Por lo que tuvo el mejor empacho de poner el altavoz de la bocina.
-¿Qué pasó?-Preguntó John desde la mesa, mientras ordenaba todo, podía
escuchar a Paul perfectamente.
-Bueno al menos di el primer paso.-Todos escuchaban como Mcca resoplaba a
través de la otra línea.-Salió como era de esperarse, será más difícil de lo
que yo pensé ¿Sabías?
En Liverpool Paul agachó la vista hacia el suelo intentando dejar de
sentirse idiota, sin embargo no podía ahora el creciente sentimiento de
inferioridad era mucho más fuerte que él.
-Ten paciencia McCa.-John se alejó de la mesa sentándose en una silla con
el aparato telefónico en sus manos, y claro con George y Ringo alrededor
suyo.-Esas cosas hay que entender que se toman su tiempo.
-Si.-Paul procuró bajar la voz, estaba pasando mucha gente por donde él
estaba, no era muy bueno que a cierta o cierto listo se le ocurriera fisgonear
quien estaba dentro de esa cabina.-Pero resulta que lo que menos tengo es
tiempo.
-Pues entonces.-John fulminó a George que le robaba la palabra, se supone
que estaban hablando con él.-¿No has pensado en usar el cloroformo? Dicen que
es muy eficaz en este tipo de casos.
Paul rodó los ojos desde donde estaba, en Paris, John y Richard fulminaron
a George con la vista, el menor de los Beatles no se inmutó como ya había echo
su acción de caridad, dispuso a escuchar lo que diría Paul a continuación.
-Yo lo único que puedo decirte Paulie.-John se rascaba la nunca al tiempo
que ponía gestos de dificultad.-Sería que fueras paciente, a veces es una
virtud y otras veces como nosotros que tenemos el tiempo encima es un estorbo,
procura no abalanzarte sin pensar las cosas sabes.
Paul se echó a reír, otra vez le pedía paciencia ¿Cómo era que podía
pedirle semejante cosa? Dado a que las cosas se ponían de lo peor, Dhoroty
pensaba que solo la buscaba para hacerla sufrir otra vez y estaba en todo su
derecho de pensarlo; pero como le dijo en este caso el tiempo era lo que tenía
más corto.
-Lo tendré en cuenta.-Paul encendía un cigarrillo, no hablo hasta dar la
primer bocanada.-¿Y que ha dicho Brian sobre lo de México?
-Creo que las cosas van bien.-Ringo que era el más informado en ese caso,
fue quien atendió el telefono esta vez, dado a que John y Paul se encontraban
sirviendo la comida china en los platos desechables.-Solo tienes un mes.
-Gracias por semejante reconformación Richard.-Añadió George, haciendo por
ende que John soltase la carcajada.
Paul comprendió que por el momento entre esos tres no se hallaban entre
ellos el pie con la bola, sería mejor idear otra estrategia para conseguir que
Dhoroty retrasase su boda con ese alemán.
En el estudio mientras comía George se acordó de una amiga alemana que
estaba muy metida en asuntos de espionaje del FBI, quizás podría colaborar con
el problemón que se cargaba McCartney si le conseguía información del tal
noviecito que le estaba haciendo la vida de cuadros al pobre McCa.
-¿Sigues todavía al telefono Paulie?
-Eh.-Paul movió la cabeza un poco
para despabilarse.-Ah sí.
-Tengo una amiga que trabaja para el FBI en Alemania justamente, ella
reside por el momento en París, dame el nombre del tercero en discordia y veré
si hay algo que te pueda ayudar.
A Paul se le iluminaban los ojos con la brillante idea de George, sacó de
su chaqueta una libreta donde apuntaba las cosas que tenía que hacer durante el
día y buscó en la última página el nombre de el alemán que le estaba estorbando
en sus planes.
-¿Ya lo tienes?-Cuestionó George listo con una libreta y lapiz en mano.
-Sí.-Paul que batallaba incluso para leer su propia letra, tuvo que hacer
los ojos de todos tamaños para poderle entender.-Frederick Zoller.
George anotó pulcramente el nombre del individuo, arrancando el papel
después y metiéndoselo al saco del traje.
-Bueno, veré que puedo conseguirte mientras sigue haciendo lo tuyo.
Paul colgó la bocina respirando más tranquilamente, al menos George con lo
que el investigase le daría armas para saber más o menos a que atenerse, sabría
si Zoller sería de cuidado o no.
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Agneta |
Tal como le prometió a Paul, George esperaba en un restaurante cerca del
palacio de Versalles a su amante en turno, se trataba de la sargento Agneta
Mohrange una linda y caprichosa mujer
miembro del ejército alemán que estaba en Paris por causa de cierto individuo
que ya les traía a los jodidos nazis la cabeza patas para arriba.
Se terminó el cigarrillo empezando el que vendría siendo el decimo tercero,
a este paso la cajetilla que compró saliendo del estudio de grabación estaba
quedándose a menos de medias, era increíble su capacidad para fumar aunque de
sobra sabía lo que le estaba haciendo a sus pulmones no podía dejarlo, primero
empezó con los chicles de nicotina, luego vino el cigarrillo y después el puro
gustándole finalmente el segundo.
Al fin su acompañante daba señales de vida, George se puso de pie como todo
caballero galante, inglés y bien portado la saludó al estilo francés los dos
típicos besos al aire en la mejilla, para volverse a sentar. Agneta sacó de su
portafolios un par de folders los cuales le dejó caer en la mesa.
-¿Esto que es?-Cuestionó George tomando las carpetas de aros que se
mostraban en sus narices.
-Es la máxima prueba de que en el ejército alemán no existe tal persona que
corresponda al nombre de Fredirck Zoller.-Habló Agneta al tiempo que le robaba
un cigarrillo.
George se quedó pensativo, entonces quería decir que el tipo con el que la
chica de Paul iba a casarse, no estaba muy limpio que digamos.
-¿Porqué tanto interés en esa persona?-Agneta era el nuevo bicho de
curiosidad, al tiempo que le formuló la pregunta se quitó el tacón; empezando a
acariciar la pierna de George por debajo de su pantalón.
George al sentir el delicado pie de Agneta no hizo nada, simplemente la
dejó seguir a fin de cuentas era su trabajo.
-¿Así que ese es un nombre falso no?
Agneta asintió sin dejar de hacer sus travesuras, fue cuando George se
cansó cambió de silla y ahora estaba demasiado cerca de ella, palpando
descaradamente su intimidad.
-¡¿Qué estás haciendo?!
George sonrió al ver que conseguía lo que se propuso: ponerla de mil
colores.
-Creí que a ti también te gustarían mis jueguitos debajo de la mesa.
George se hizo el ofendido comenzando a picar un pastel de cajeta con
fresas, estaba rico, si uno de sus vicios era el cigarrillo, el otro el sexo el
tercero era definitivamente la comida, le encantaba comer y como tenía un buen
organismo que metabolizaba rápidamente todo lo que entraba en su interior impidiéndole
de esa forma engordar, pues ¿Cuál problema? A seguir disfrutando de la comida.
-¿Sabe rico tu pastel amor?-Agneta pronto perdió los nervios, estaba
acercándose a él demasiado.
George asintió con la cabeza luego de tragar el pequeño bocado que se llevó
a la boca, le colocó un pedazo del pastel a Agneta, pensó que ella lo iba a
probar pero le cogió desprevenido plantándole semejante beso en frente de las
pocas personas que se encontraban en el restaurante.
La situación comenzaba a calentarse, Agneta sentía su parte interior
humedecerse, que humedecerse, mojarse, empaparse más bien, en tanto George ya
sufría los efectos dentro de su pantalón, su pene comenzaba a crecer eso no era
agradable.
-¡George!
Paró, cierta voz ya muy conocida para él estaba a sus espaldas, Agneta dejó
de besarlo mirándole incriminadoramente pero estaba como el sin mirar atrás.
Definitivamente su llegada le cogió por sorpresa que él supiera duraría en
América un par de semanas más, por lo visto quiso darle la sorpresita ¡Pues vaya
que se la dio!